En una entrevista histórica conducida por Nuria Piera, el Dr. José Francisco Peña Gómez, líder carismático y candidato presidencial del Partido Revolucionario Dominicano (PRD), respondió a una pregunta de Manuel Jiménez con una declaración que resonó como un diagnóstico y un desafío: ante el «desastre acumulado» en el país, era necesario «refundar la República Dominicana». Esta idea, expresada durante su campaña por la presidencia, no era un simple eslogan político, sino una visión profunda que reconocía la magnitud de los problemas estructurales que aquejaban a la nación. Sin embargo, décadas después, esa propuesta parece haber quedado relegada al olvido, incluso por los líderes de su propio partido —hoy transformado en el Partido Revolucionario Moderno (PRM)— y por los aspirantes a la presidencia en la actualidad. ¿Por qué nadie ha asumido este complejo propósito, especialmente ahora que la degradación como nación parece haberse agravado?
La Visión de Peña Gómez: Más que Palabras
Peña Gómez no era un político convencional. Su vida, marcada por la adversidad y su ascenso desde los márgenes de la sociedad dominicana, le otorgó una sensibilidad única hacia las desigualdades y los problemas sistémicos del país. Cuando habló de «refundar la República», no se refería únicamente a reformas superficiales o ajustes cosméticos en el sistema político y económico. Su propuesta implicaba una reestructuración profunda: repensar las instituciones, combatir la corrupción endémica, reducir la brecha entre ricos y pobres, y restaurar un sentido de identidad nacional que trascendiera las divisiones partidistas y sociales. Era una apuesta por un nuevo contrato social, una República Dominicana que funcionara para todos sus ciudadanos y no solo para una élite privilegiada.
En su momento, Peña Gómez identificó un «desastre acumulado»: décadas de gobiernos autoritarios, inestabilidad política, desigualdad económica y una democracia frágil que apenas comenzaba a dar sus primeros pasos tras la dictadura de Trujillo. Sin embargo, su muerte en 1998 dejó esta visión huérfana, y con ella se desvaneció la urgencia de un proyecto tan ambicioso.
El Silencio de los Herederos
Resulta paradójico que ni siquiera los líderes del PRD, y posteriormente del PRM —partido que surgió como una escisión del primero y que reivindica parte del legado de Peña Gómez—, hayan retomado esta bandera. Presidentes como Hipólito Mejía (2000-2004) y Luis Abinader (2020-presente), ambos provenientes de esta tradición política, han optado por enfoques más pragmáticos, centrados en la gestión cotidiana y en reformas puntuales, en lugar de abogar por una refundación estructural. ¿Es esto un reflejo de falta de visión o de las limitaciones impuestas por la realidad política?
Una posible respuesta radica en el contexto. Refundar una nación exige no solo voluntad política, sino también un consenso social que trascienda los intereses partidistas y las ambiciones personales. En un país donde la política sigue siendo un campo de batalla entre clientelismos y alianzas coyunturales, una propuesta como la de Peña Gómez podría percibirse como utópica o incluso riesgosa. Los líderes actuales, incluidos los del PRM, parecen preferir la estabilidad a la transformación radical, temerosos quizá de los costos políticos que implicaría desmantelar un sistema que, aunque defectuoso, sostiene su propio poder.
La Degradación Actual: Una Oportunidad Perdida
Hoy, el diagnóstico de Peña Gómez parece más vigente que nunca. La República Dominicana enfrenta desafíos que agravan aquel «desastre acumulado»: una corrupción que permea las instituciones, una economía dependiente y desigual, una crisis migratoria mal gestionada con Haití, y una erosión del tejido social que se refleja en la delincuencia y la pérdida de confianza en el Estado. La patria, como bien señala la pregunta inicial, «va mal», y sin embargo, los aspirantes a la presidencia en las elecciones recientes no muestran la misma conciencia crítica que Peña Gómez.
En lugar de propuestas transformadoras, las campañas se han centrado en promesas inmediatistas: empleos, seguridad, subsidios. Ningún candidato ha planteado una refundación que aborde las raíces de estos males. ¿Dónde está el líder dispuesto a mirar más allá del próximo ciclo electoral y asumir el riesgo de un proyecto nacional de largo aliento?
El Desafío Pendiente
Refundar la República Dominicana no es tarea sencilla. Implica desmontar estructuras de poder arraigadas, reformar un sistema educativo que perpetúa la desigualdad, fortalecer la independencia judicial y garantizar una economía inclusiva. Pero, sobre todo, requiere una ciudadanía activa que exija más de sus líderes y que esté dispuesta a participar en ese proceso. Peña Gómez entendió que la refundación no era solo una tarea de los políticos, sino un esfuerzo colectivo.
Hoy, su propuesta sigue siendo un eco lejano, un recordatorio de lo que pudo haber sido. Mientras la degradación como nación se profundiza, la ausencia de esa visión audaz deja un vacío que ningún discurso electoral ha logrado llenar. Tal vez sea hora de que la República Dominicana mire

